El primer cajero automático, a partir de su idea, se instaló en una sucursal de Barclays en un barrio del norte de Londres en 1967. El invento del escocés fue el primero en ser probado, antes que otros artilugios que también se patentaron.
“Se me ocurrió que debía haber una manera en que yo pudiera acceder a mi dinero desde cualquier lugar del mundo o del Reino Unido”, dijo en una entrevista con la BBC en 2007. “Tuve la idea de algo como una máquina dispensadora de chocolatinas, pero sustituyendo éstas por dinero”, explicó.
Barclays se apresuró a encargarle el primer cajero, que no funcionaba con tarjetas de plástico, que todavía no habían sido inventadas, sino que se activaba introduciendo un cheque impregnado de carbono 14, sustancia que la máquina reconocía y contrastaba con un número de identificación personal. Más tarde, el también escocés Goodfellow inventó el sistema de teclear una contraseña de cuatro números para acceder al dinero.
abc.es
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