
Juan Sebastián Galvis Ramírez no dejaba de contemplar el Rolex de platino con diamantes que lucía en su muñeca. Toda la vida quiso tener ese reloj y lo consiguió a los 29 años. Se pavoneaba exhibiendo su esfera brillante, incluso aunque fuera vestido de jeans, gorrilla de béisbol y sandalias.
Pero el goce consumista le duró poco. Levantó la vista y vio frente a él a dos jóvenes en moto. Uno de ellos, con deje colombiano, preguntó: "¿De quién es ese 'carro'?", refiriéndose a su lujoso cuatro por cuatro Touareg aparcado en mitad de la calle. En ese instante presintió la llegada de la muerte y quiso huir dando zancadas a ninguna parte.
Se maldijo a sí mismo por no haberse resguardado en su vehículo blindado en lugar de esperar en la calle y desarmado a su cuñado, Jorge González Ramírez, que en ese momento estaba comprando una lancha. Seguir leyendo
publicado por elmundo.es
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